lunes, 19 de julio de 2010

Hospitalidad desde la Fe

misa En el camino del hombre Dios se le hace encontradizo y huésped. La primera lectura bíblica de este domingo nos recuerda a Abrahán, ofreciendo la hospitalidad a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de tres extranjeros que van de paso. En el Evangelio Jesús se detiene para descansar en casa de sus amigos de Betania. Marta nos recuerda al samaritano del domingo anterior María es signo de lo primero y fundamental para la acción caritativa: la escucha de Jesús.


En un mundo inhóspito, en que hay tantos recelos y suspicacias y miedos de abrir la puerta, es conveniente meditar sobre las exigencias de una hospitalidad desde la fe. Todos hubiéramos acogido con toda prontitud y alegría a Jesús, s hubiese querido físicamente quedarse en nuestra casa, del mismo modo que lo hizo en Betania. Sin embargo nos resulta bastante difícil acogerle en la verdad misteriosa de su Palabra. En cada Eucaristía siempre tenemos la ocasión maravillosa de dar hospitalidad a la Palabra que se nos proclama (que es Cristo), de ser discípulos del Maestro, de escuchar la verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Así podremos después servir a los hermanos, acoger siempre a todos con amabilidad.

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