miércoles, 9 de marzo de 2011

Las mismas manos

cuaresma-2009---5º-domingo- Las mismas manos son las que dan y las que quitan. Las mismas manos son las que acarician y las que abofetean.
No son distintas las que se cierran para dar un puñetazo de las que lo hacen para dar un golpe sobre la mesa y poner freno a las injusticias.
Las que, abiertas, exigen tributo, son las mismas que quieren ofrecerse.

Las manos que acusan con el índice no son diferentes de las que señalan el camino a seguir. Las que alzan su pulgar mostrando acuerdo, optimismo o compenetración son las mismas que lo bajan autorizando la muerte de los gladiadores romanos (o de otros muchos). No son diferentes las manos cuyos dedos aprietan el gatillo o el detonador, de las que los usan para arrancarle al piano las más preciosas notas.

Todos nacimos con las mismas manos.

Las manos que cubren los ojos son las mismas que quitan la venda.
Las manos que dan dudoso ejemplo son las mismas que educan.

Las mismas manos que manejan la cuchara del mejor guiso, empuñan el cuchillo del peor asesinato. Las que abrazan son las mismas que estrangulan. Las que acompañan a pasear por el parque no son distintas de las que secuestran.

Las manos que escriben poesías y novelas no se distinguen de las que redactan críticas destructivas o amenazas. Las mismas manos que abortan son las que tienen en brazos al bebé con tres segundos de vida.

Las manos que se esconden tras tirar la piedra son las mismas que se alzan para reconocer la culpa y juntan sus palmas pidiendo perdón. Las que empujan no difieren de las que sostienen. Las que destruyen y destrozan son las mismas que crean, pintan, moldean, esculpen, construyen.

Todos nacimos con las mismas manos y nada permite distinguirlas a simple vista (“por sus actos las conoceréis”). Sólo en nuestras manos está —nunca mejor dicho— qué hacer con ellas.

Por las manos puede correr sangre de asesino y también de salvador, ¿qué te pides? Extiende tus manos y cuéntame lo que son y lo que quieren ser. Pero no, no me digas que no son malas porque no quitan, ni abofetean, ni exigen, ni acusan, ni condenan. No me digas que no son malas porque ni estrangulan, ni secuestran, ni se esconden, ni amenazan, ni destruyen, ni matan.

Dime si son buenas: si dan, si acarician, si defienden al débil, si se ofrecen, si acompañan, si guían. Dime si son buenas: si abrazan, si sostienen, si admiten sus fallos y prometen subsanarlos, si dan vida, si crean, si hacen ver, si construyen.

Podría terminar con las ambivalencias de manera muy mística (el mismo Dios del que unos dicen que castiga, somete, prohíbe o invita a matar, es el que perdona, libera, ama y da la vida) pero seré muchos más terrenal:

Los mismos ojos que leen estas líneas pueden fijar su mirada en los más necesitados.

Los labios que ahora expresan “¡ah, pues es verdad!” son los mismos que podrían alzar la voz ante tanta injusticia.

Las manos que apretarán el ratón para cerrar este artículo son las mismas que decidirán permanecer inmóviles o actuar ante las

necesidades que sus ojos ven y las humillaciones que sus labios denuncian.

Te propongo un trato: si tus manos se ofrecen, las mías (y muchas más) aplaudirán. ¿Aceptas? El mundo te necesita, ¡échale una mano!

La Cuaresma en el Gimnasio

errores-en-el-gimnasio ¿Qué figura podría lograrse después de una cuarentena pasada en el gimnasio? Imaginemos que nuestra devota y asidua compra de nuestro cereal favorito (o cualquier otro artículo de consumo que sea de nuestro agrado) nos otorga, como pago a nuestro constante sacrificio pecuniario, un premio. Sigamos soñando. Abrimos la envoltura transparente en la que se lee: “Has sido ganador”. Desdoblamos un billetito y encontramos escrito con colores de “léeme a fuerzas” lo siguiente: “Has ganado 40 días gratis de admisión al prestigioso ‘xxxxxx’, gimnasio de los atletas, máquina de galanes, forjadora de estrellas. Dispón de todos los aparatos a tu antojo. Recibe lecciones del personal profesional. Baños de vapor y jacuzzes. Todos los días. Cuarenta días, desde las 5.30 de la mañana hasta las 23.00 de la noche. Alimentación incluida”.

Después de soltar un largo y canino “guaaaau”, sin duda que no lo habríamos creído y volveríamos a leer el papelito de la suerte una y otra vez hasta aprenderlo casi de memoria. La interjección de sorpresa puede variar según temperamentos y costumbres, lo que no se pone en duda es que aprovecharíamos la oportunidad del gimnasio gratis para auto-clonarnos en otros Stallone, Van Dame y compañía.

La Cuaresma te ofrece otro gimnasio, también gratis y con una gama variada de aparatos para ejercitarte y fortalecerte. Se trata, desde luego, de un gimnasio espiritual, para poner vigorosa tu alma. Si los rayos-X o los ultrasonidos nos dieran una imagen del alma, seguramente muchos sentiríamos vergüenza de verla tan raquítica, nos daría pena presentarnos tan desnutridos ante los demás... ¿Y no nos importa que así la vea Dios?

El Papa ha escrito, como todos los años, una carta con ciertas orientaciones para que aprovechemos mejor este período de la Cuaresma. Me permito tomar algunos extractos para que cada uno de nosotros pueda trazarse mejor su programa personal para fortalecerse en este gimnasio espiritual que es la Cuaresma.

medico Lo primero es examinarse, hacerse un “chequeo” para conocer nuestros puntos flacos, dónde nos falta peso, de qué pierna cojeamos... Gran auxiliar para hacer este examen es el Evangelio, hay que ayudarnos de él y confrontar nuestra vida con la de Jesús (nuestro modelo ayer, hoy y siempre).
El ejercicio base que propone el Papa puede resumirse en esta frase: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir» (He 20,35). Las oportunidades abundan y las manifestaciones pueden ser muy diversas: ofrecerse a ayudar en casa, dar un consejo a un amigo, dar una ayuda caritativa a una persona necesitada, explicar una lección a quien no comprende, etc.

En el fondo se trata de combatir esa tendencia que es común denominador de todos los hombres y que se llama egoísmo. La solución está en salir de uno mismo y poner al prójimo antes que a uno mismo.

ARTEPARAJESUS157 Surgirá una pregunta: pero, ¿cómo voy a amar, a servir a los demás si también son egoístas como yo? El Papa nos recuerda que el Hijo de Dios nos ha amado primero, «siendo nosotros todavía pecadores». Nadie puede decir “yo a éste no lo trato”, pues Cristo bajó del cielo por amor a todos los hombres.

En esta Cuaresma podemos hacer mucho, si queremos. Podemos convertirnos, si queremos. Y nos convertiremos si trabajamos junto con Dios y con María, Madre de la Iglesia.

PARA VIVIR LA CUARESMA

Para no perder el rumbo esta Cuaresma, encontrarás a continuación 20 recomendaciones:

  1. Procura ser amable con las personas con quienes convives.

2. Haz un esfuerzo por dialogar en familia sobre aquellos asuntos que convienen al espíritu familiar.

3. Sé atento con tus semejantes. y si conduces, hazlo cristianamente.

4. Recorta las horas de televisión y amplia las de reflexión y oración.

5. Haz alguna lectura que te ayude a profundizar tu fe.

6. Controla tus apetitos: dulces, refrescos, tabaco, alcohol y sé más libre.

7. Dedica algún tiempo diario a la lectura de la Palabra de Dios.

8. Lucha contra el malhumor y la tristeza. Saborea lo bello de la vida.

9. Presta mayor atención a las personas que a las cosas. En especial quienes más lo necesitan: ancianos, enfermos, necesitados. Trátalos con cariño.

10. Comparte tu dinero un poco más con otros que tienen menos, a costa de caprichos, chucherías, aperitivos,  etc.

11. Mejora en el trabajo, consciente de tu ideal cristiano.

12. Cuida la naturaleza como don de Dios, evitando todo desorden.

13. Evita la crítica negativa, viendo y hablando de lo positivo que puedes descubrir en cada semejante.

14. Disminuye el consumo de alcohol y si alguien cercano se excede, ayúdale a planteárselo e intentar superar el vicio.

15. Fomenta la paz a tu alrededor. Prescinde de enfados, violencias, malos modales, groserías, insultos, etc.

16. Participa más en los actos y celebraciones de la Comunidad y de los Sacramentos.

17. Di la verdad. Habla claro, sin hipocresías ni mentiras.

18. Intenta hacer felices a los tuyos, con tus detalles y cariños.

19. Reduce tu tiempo de uso del móvil o minimiza el envío de mensajes SMS.

20. Haz un propósito concreto, signo principal de tu ejercicio cuaresmal, de tu primera atención; y participa en todas las celebraciones de Cuaresma y Pascua.